¡Qué placer de frontera! No
tuvimos ni que parar, es decir: frontera inexistente. Bendita sea la Unión
Europea. De Polonia a Eslovaquia pasamos sin darnos cuenta. Además este país,
Eslovaquia tiene el Euro por moneda; miel sobre hojuelas. Qué cómodo pagar con
nuestro propio dinero. También ¡bendito sea el invento de la moneda única en
Europa!
Sólo estuvimos un día en este
país. Entramos por la zona montañosa que lo separa de Polonia por el norte y
descendimos hasta Liptovsky Mikulas, un pueblecito a orillas de un lago en un
entorno natural muy agradable. Allí nos llevamos un chasco. Bueno, el chasco me
lo llevé yo porque había planeado ver en el hotel la carrera de Fórmula 1 pero
el dueño me dijo que el hotel quedaba cerrado hasta las 4 de la tarde. A Ale y
a Sofía la fórmula 1 les importa tanto como la física cuántica. Nos fuimos a
comer a un restaurante de tipo estadounidense, se llamaba “Route 66”. Allí,
además de buenas hamburguesas había buen internet y buena televisión por cable.
Así pude ver bien la remontada de Fernando Alonso hasta el segundo puesto en
Monza. Paseo por la orilla del lago, después por el centro del pueblo, cenita
en la cocina del hotel y a la cama. Por la mañana alucinamos cuando empezaron a
llegar cantidad de currantes al hotel, justo cuando desayunábamos. Eran
trabajadores que venían el lunes a pasar la semana en la construcción de un
edificio vecino. Todos venían con su tartera para toda la semana; un
espectáculo ellos para nosotros y un espectáculo nosotros para ellos porque
nunca habían visto a un trío de turistas españoles por esos pagos.
También observamos buen nivel en
este país. Carreteras impecables, buena autopista hasta la frontera con
República checa, pueblos urbanizados a la perfección y campos bien organizados
y cuidados, sin bañeras para guardar agua del ganado ni somieres en lugar de
puertas en los cercados. Esto parece ser sólo típico de España (una vergüenza).
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