martes, 30 de julio de 2013

LAGO SEVAN

El sábado fuimos al rastro. Fue estupendo. Muchas alfombras (bonitas y buenas), cachivaches de la era soviética (cascos militares, balas, gorros, medallas del ejército…), material médico de todo tipo (la mayoría de dentista), pipetas y alambiques de laboratorio químico y el resto de cosas normales en un rastro. Luisito se compró un par de caretas antigás y dos gorros rusos. Alegría no me quiere decir lo que ha comprado en represalia por mi actitud rácana. Ya me enteraré.
Fuimos en un taxi cuyo dueño se empeñó en no cobrarnos. Increíble. El por qué, nunca lo sabremos. Suponemos que era por promoción, para que hagamos propaganda de sus servicios, pero es sólo una suposición porque ya me dirás cómo vamos a recomendar a un taxista entre los miles que hay en Ereván. Misterio por resolver.
Esa noche fuimos a la ópera. Luisito nunca había ido y tenía ganas. Aprovechando que ponían La Traviata compramos entradas por 10€ cada una. Las localidades en la fila 8, centradas: perfecto. La función empezó con 30 minutos de retraso y los entreactos eran eternos, el público salía de la sala y volvía a los 20 minutos con lo cual duraron más los descansos que la propia obra. Sin embargo los artistas hicieron su trabajo con mucho oficio; vestuario y decorados estuvieron bien. Disfrutamos. Nos entró la risa cuando Violeta, la protagonista, le entrega una camelia a Alfredo como promesa de amor. Ella intenta arrancar la flor de un ramo que había en un florero pero la camelia no salía. Al final de un tirón consiguió arrancar una hoja. La camelia se quedó en el jarrón y ellos tuvieron que cantar las siguientes piezas con una triste hoja en la mano en lugar de la camelia correspondiente.
El equipo de nuestro alberque en Ereván

En el albergue "GRAMMY" en Ereván

Al día siguiente fuimos al lago Sevan, a 60 Kms de la capital. Es un lugar de recreo y vacaciones de la clase media capitalina. Hay hoteles, restaurantes y chiringuitos en la costa. Nada comparable a lo que tenemos en España, aquí el turismo no es masivo. Nos buscamos un buen hotel donde comer para ver la carrera de fórmula 1, sólo en los buenos hoteles tienen internet, y ya por la tarde acampamos en un lugar solitario junto a la orilla del lago.
Acampada estupenda. Solos en una praderita junto al lago. Nos hicimos unos espaguetis de cena. Justo cuando Luis iba a poner su tienda de campaña empezó a lloviznar, con lo cual le dejamos que se metiera a dormir con nosotros dentro de la furgo. Un placer sentir la lluvia desde el calorcito de la cama con edredón. Tened en cuenta que estamos a 2000m de altura y que en cuanto el sol se va, hace frío. Por la noche, entre vuelta y vuelta en la cama, miraba por la ventanilla y veía cielo estrellado a ratos y una potente luna cuando las nubes y la lluvia lo permitían. Al despertar había un coche aparcado a 20m del nuestro. Era de unos pescadores que ya desde la madrugada estaban faenando con una barquita de remos y con redes. Desayuno con los primeros rayos de sol, paseíto por los alrededores acompañado de uno de los perros que pululaban por ahí, recogida de campamento y carretera. A dar la vuelta al lago.
Acampada libre

Desayuno junto al lago

Necrópolis siglo IX

Ese día visitamos una necrópolis de más de mil años de antigüedad que es parte de un cementerio actual. Interesante contraste. También visitamos algunas iglesias así como varios pueblos costeros.
Misa cristiana-ortodoxa-armenia

Elijes la oveja, te la matan y descuartizan en 15 minutos

Único templo de arquitectura helenística de Armenia

Este Lago tiene unos 70Kms de largo por 30 de ancho. La siguiente noche la pasamos en un hostal al otro lado del “mar”. Fue gracioso porque después de tirarnos un buen rato explicando que queríamos acampar y de llegar a un acuerdo en el precio nos dicen que nos metiéramos en un apartamento por el precio del camping. Creemos que lo de camping no lo entienden, es algo que por aquí no se estila. Es caso es que por 10€ por persona pasamos la noche en un apartamento  cochambroso pero con camas aceptables y sábanas limpias. Estupendo. El balcón daba al lago, la vista era maravillosa. Disfrutamos de una puesta de sol increíble buscando la silueta del monte Ararat, montaña sagrada según las tradiciones de los armenios, por entre los nubarrones que tapaban buena parte del horizonte al otro lado del lago. Al despertar por la mañana, exploramos la zona y llegamos a la primera conclusión de que se trataba de un sitio de recreo para los miembros del partido en los tiempos del socialismo, pero analizando las instalaciones más detenidamente concluimos que era un lugar de trabajo de artistas –escultores- porque además de los apartamentos había un pabellón totalmente acristalado en el que debían trabajar y se podían encontrar esculturas de todo tipo y tamaño colocadas en diversos rincones del complejo. Estábamos en Armenia, en el Cáucaso, en un sitio arrancado de los tiempos de la URSS, rodeados de construcciones de tiempos pasados, a 2000m de altitud, con un lago de agua dulce inmenso ante nosotros con el monte Ararat al fondo, con un cielo que combinaba las nubes grises con el cielo azul. ¿Se puede pedir más? El lugar era realmente especial.
Lago Sevan

Complejo turístico a orillas del lago

Tren cargado de mineral
De ahí nos fuimos a Dilijan, lugar de recreo y turismo entre las montañas. Lo llaman la Suiza de Armenia. Visitamos un templo por la mañana y un laguito por la tarde donde remamos y vimos un animalito parecido a la nutria  que todavía no hemos podido identificar. Tenéis foto.
Las cúpulas en estos países tienen un tragaluz que produce este efecto
Bicho sin identificar. Todavía...

Lago cerca de Dilijan
Estamos alojados en una casa de huéspedes muy agradable. Pertenece a una señora que no cuadra nada con el pasado socialista. Tiene la casa muy bien mantenida, habitaciones perfectas, funcionan los grifos, los enchufes, Internet va como un cañón, hay un comedor con un piano y todo está perfectamente limpio. Da gusto. Pensábamos estar aquí una noche pero dadas las condiciones favorables hemos decidido ampliar la estancia.

Gracias por leernos

jueves, 25 de julio de 2013

DIBUJOS ALE

Desde que me he dedicado a dibujar, me siento como una asesina en serie, a la caza de alguna victima que me seduzca. Siempre me ha parecido horrible ir con la cámara haciendo fotos sin ser vista pero ahora me cuesta evitarlo. La cámara de Luis es muy buena y tiene mucho zoom con lo cual creo no molestar, aunque me sigo sintiendo mal.

A la camarera del hotel de Arsuz (Turquía), le gustó el dibujo que estaba haciendo y me ofrecí a hacer uno para ella.

La misma camarera

Mujer

Siesta en un banco al lado de la Torre Galata. Estambul

 La siesta es sagrada. Venecia, al lado de la Plaza de San Marcos.

Luis durmiendo
Los días de muchos Kms pasamos el tiempo con actividades varias: lectura, costura (dos fundas de almohada y dos bolsas para ropa sucia, dibujo (un sufrimiento continuo porque no paran quietos), escritura, depilación, fotografía, consulta mapas (a parte de los mapas de África, solo llevamos uno de Francia del año 78 y otro de Italia de fecha similar y así hasta Armenia) consultar GPS (que no tiene la cartografía que necesitamos), masajes en mi dedo operado (con las valiosas explicaciones de Mª Cruz), oir música, cantar, ejercicios de yoga para el cuello, jugar a las cartas, echar cuentas, consultar documentación, comer fruta y por supuesto admirar el paisaje.

Las dos hermanas dormidas acunadas por el movimiento del mar.
Éste me quedo muy bien hasta que metí plumilla. 

Un coreano, Estambul estaba plagado de turistas asiáticos la mayoría coreanos.

Otro retrato desastroso de Pepito.

Podía representar a Nerón.

Abuela, estaba sentada a la sombra de una inmensa buganvilla. En una de las islas del archipiélago de la Princesa.

Pepito, que no para quieto y luego dice que le saco con cara de tonto.

El de la pastelería, que se parecía a Arafat.

Hermanos gorditos.

Sonreía, aunque por mucho que lo intenté no conseguí que lo hiciera en el dibujo.

 Viendo pasar los barcos en la orilla de la playa en Iskenderun.

Disfrutando frente al mar.

El vendedor "guaperas" de rosquillas de pan. Estaba cachas, en parte sería por cargar con la enorme bandeja. A estas horas ya lo había vendido casi todo.
Están de mal humor, como todos los que estábamos alrededor en el ferry. Iban con una niña que pegaba unos chillidos espantosos y nos dio el viaje

Un cochero, esperando clientes. En Prince Island. El coche de caballos es el transporte utilizado allí y hay una gran parada donde, por turno, van cogiendo clientes.

El camionero, que amablemente nos ayudo a salir de uno de las muchas perdidas del viaje. Fue por el Este de Turquía.

En el transbordador, yo estaba ansiosa por hacer algunas fotos, pero después de discutir entre varias mujeres fueron ellas las que me pidieron que las fotografiara.
Durante una siesta de Pepito, un grupo de mujeres me pidió que me acercara hasta su casa donde estuvimos charlando.



Divirtiéndose en el río, con un neumático, pero también con sacos de rafia llenos de botellas de plástico vacías. Por supuesto solo niños, las niñas solo aparecían por allí para acarrear agua o dar de beber al burro.

Aunque no lo parezca tenía cierto aire a Paul Newman.

Pescando, con mucha habilidad. Esperando el transbordador.

En la pastelería de Iskenderunn. No me extraña que estuviera contento con  los deliciosos dulces de pistacho y miel.  Después de los disgustos de Remon Travel ahogabamos las penas tomando té y baklava.

Un mendigo en Tblisi. Sobrecoge ver a tantos viejos mendigando. Sólo ancianos y niños piden limosna.

Ingenio ideado por Pepito para evitar el achicharramiento del brazo por la ventanilla al conducir en días soleados. En realidad es un manguito.

DE GEORGIA A ARMENIA

Desde Tbilisi nos fuimos hacia el Este a hacer la ruta de los vinos. Gran parte de la región se dedica al cultivo de viñedos y hay bastantes bodegas. A nosotros no nos interesaba el vino sino un parque nacional que hay cerca: el Parque Lagodekhi, en el Cáucaso, con el oso pardo como estrella. Luego veríamos que lo de ver osos pardos es una quimera, porque están muy arriba en las montañas, en zonas inaccesibles; pero además ahora en verano, con la llegada de los turistas y domingueros locales –que son muchos- los animales se alejan aún más.
Acampamos en el propio parque e hicimos una excursión de un día hasta una cascada. Nos juntamos con una pareja, él suizo, ella francesa, y caminamos juntos. La ruta consistía en seguir el curso de un río que había que cruzar varias veces por unos puentes hechos con dos troncos de árbol y una barandilla. Todo artesanal. La verdad es que daba miedo caerse, sobre todo porque estaba resbaladizo. La cascada era fantástica, calculo que al menos 50 metros de caída. Nos comimos unos bocadillos junto al río seguidos de siestecita sentados-tumbados en unas piedras que nos dejaron la columna vertebral deformada para el resto de nuestras vidas. Nuestros amigos Camille y Dominik nos invitaron a cenar en la casa de huéspedes donde se alojaban. Habían comentado que la comida allí era muy buena, que la hacía la señora de la casa. Platos típicos de Georgia. La base, siempre carne, pero además pusieron ensaladas de judías verdes, de berenjena, arroz, y unos rollitos con un relleno de carne, excelentes. Todo ello regado con el vino que se elaboraba en la casa a base de las uvas de las parras que tenían en el patio. Buena cena, conversación amena. Un placer haber coincidido con ellos.
Luisito en la cascada

Agua fría fria

Cruzando el río

Camille, Dominik y nosotros

Moto rusa de los años 50
Al día siguiente nos fuimos al norte de Tbilisi, a recorrer una carretera militar que une este país con Rusia. Para llegar hasta ella tuvimos que recorrer unos 50 kilómetros de pista (carretera no asfaltada) No estuvo mal.
Carretera no asfaltada
Pudimos comprobar que la furgoneta funciona muy bien por este tipo de caminos aunque tuvimos un incidente mecánico. La protección que puse debajo del depósito de gasoil se había soltado. Al parecer una piedra del camino había impactado en la protección. En diez minutos conseguimos colocarla en su sitio. Todo en orden de nuevo.
La carretera militar es espectacular. También recorre el curso de un río que nace en el Cáucaso y, siempre ascendiendo, llegamos a una estación de esquí situada a 2.000m de altura tras haber pasado por paisajes espectaculares, lagos incluidos. Acampada libre con lluvia toda la noche. El pobre Luisito sufrió ligera inundación en la tienda de campaña. Se le mojó un poco el colchón y el saco de dormir.
Subiendo a 2000 metros

Embalse entre montañas
Después del desayuno, carretera hacia el Sur, hacia Armenia. Pensábamos llegar en un día pero al final fueron dos. Son sólo 350Km, pero con nuestro ritmo tropical, parando en los monumentos, en los supermercados, paraditas para almorzar, gasolina, la frontera, etc, tuvimos que hacer noche en un pueblo armenio llamado Alaverdi, a 150 km del destino. Este sitio es muy curioso porque tiene una mina o una industria de ese tipo, que parece abandonada desde los tiempos del socialismo. Las casas son cutres a más no poder, la gente con pinta de pobre, los coches, chatarra pura. Resulta que la fábrica está en funcionamiento, y la gente no debe ser tan pobre porque visto el nivel de vida de la capital, se deduce que la renta de la gente debe ser aceptable. Hicimos noche en un hotel local cuyo edificio estaba cochambroso, sin mantenimiento, parecía de la época anterior; eso sí las sábanas impecables. La encargada se presentó con un “buenas tardes soy fulanita, la manager del hotel ¿En qué puedo servirles?” El tono pretencioso quedó a la altura del betún cuando la vimos lavando los baños. Parecía una sargenta rusa de la KGB sacada de la más oscura novela de espionaje de la guerra fría.
Fábrica o mina

Después de la colada...

¿Y éste qué vende?¿Sandías?

Funicular de Alaverdi
Colmenar
La llegada a la capital fue complicada. Nos paró la policía para pedirnos el seguro. Creíamos tenerlo pero no era así. Lo que nos vendieron en la frontera no era el seguro sino un permiso de circulación o algo así (estaba escrito en caracteres armenios). Tras amenazarnos con un multazo –al final no hubo multa- nos señalaron un quiosco donde podríamos comprar el dichoso seguro. Allí se nos acercó un señor y nos dijo: “Seguidme” e iniciamos una travesía de la ciudad que acabó en una oficina de una aseguradora. El por qué a 10 metros del lugar donde nos paró la policía había un agente de seguros continúa siendo un misterio. ¿Acaso hay un vendedor de seguros en cada esquina de la ciudad? En la oficina nos atendió una joven que hablaba español. Lo había estudiado en la universidad de Erevan. La búsqueda de hotel –no hay camping- fue horrorosa. Nos dieron una dirección errónea de un hostal y nos tiramos más de una hora dando vueltas en una ciudad plagada de patrullas de policía muy muy activas. Conducir por Ereván es realmente estresante. Al final dimos con el hostal que es un albergue juvenil en el que abundan las personas maduras. Dormimos en habitación a compartir, con literas, pero por suerte el cuarto fue para nosotros solos.
Nos ha llamado la atención es nivel de esta ciudad. Edificios bien mantenidos, calles bien asfaltadas y señalizadas, buenos coches…gran contraste con lo que vimos en Alaverdi. Hoy seguiremos explorando.
En Ereván