sábado, 31 de agosto de 2013

¡VAYA MAÑANITA!

La cosa ya empezó mal cuando Ale nos despertó por la mañana diciendo que eran las 7:10 cuando en realidad eran las 6:10. Nos lavamos, nos vestimos, desayunamos con pocas ganas y mucho sueño y cuando nos disponíamos a salir nos suelta ale lo del error con la hora. Magnífico. Teníamos que madrugar bastante porque queríamos ver un santuario de osos y después ir a Bucarest llegando antes de las 15 horas para ver la Fórmula 1, (200 kms). Por tanto, nos sobraba tiempo. Aun así llegamos tarde. Para encontrar la carretera de salida de Brasov tardamos más de media hora, dar con la carreterita de entrada al santuario de los osos también se complicó, terminamos circulando por el campo y un kilómetro antes de llegar nos quedamos tirados sin gasoil. Menos mal que al minuto aparecieron unos españoles que habíamos conocido en el albergue de Brasov y nos recogieron llevándonos a lo de los osos y a por gasoil. La visita de las 9:00 a los animales se perdió, tuvimos que entrar con los grupos de las 10, con lo cual no llegamos a Bucarest a la hora de la F1. Todo bastante desastroso.
Grupo de españoles que nos ayudaron
cuando nos quedamos sin gasoil

Bueno, no tan desastroso en realidad porque lo de los osos estuvo bien. Se trata de un lugar en mitad de un bosque, hábitat natural de estos animales, donde una asociación se ocupa de dar una vida digna a los osos que han recuperado de circos, gasolineras y restaurantes de carretera. Si, habéis leído bien. En algunos locales de este tipo mantienen cautivos a los osos en una jaula para entretenimiento de los clientes. Ahora esto está prohibido, pero hace no mucho era muy normal, no sólo en Rumanía, y no sólo con osos sino también con monos, reptiles, cocodrilos, etc. Esta Asociación se ocupa de recogerlos, a veces pagando, y de llevarlos a sus terrenos, donde se ponen en libertad, limitada. Allí son cuidados, mantenidos y alimentados.
Osos del santuario

Otro ejemplar

Dos puntos interesantes: A) Los machos son castrados al llegar. La convivencia con el resto del grupo puede ser problemática si hay tensiones entre machos. B) Estos animales nunca vuelven al bosque en libertad total. Muchos de ellos han nacido en cautividad y no sabrían sobrevivir, otros tienen lesiones irreversibles o son demasiado viejos. Uno de ellos, llamado Max, es ciego. El objetivo primero de la Asociación es facilitar a estos plantígrados una vida digna el resto de sus días, no retornarlos a la libertad.

En estos momentos tienen unos 70 animales. Nosotros pudimos verlos y fue un placer ver cómo disfrutaban de la vida.

SIGHISOARA, BRASOV

Habíamos llamado a Rodica para preguntarle qué ciudades había que ver en su país. Nos recomendó Sighisoara y Brasov. También nos mencionó un par de platos típicos de aquí: el “mamaliga” y los “sarmale”. Luego os hablaré de ellos, primero os describo la primera de las localidades sugeridas porque nos pareció preciosa. Situada al pie de varias colinas, con una ciudadela espectacular, con torre del reloj, iglesia, muralla, cementerio y muchas casas palacios y palacetes todos bastante bien conservados, Sighisoara fue para nosotros otra agradable sorpresa. Es un sitio turístico donde acuden autocares de turistas locales y de fuera.
La siguiente etapa nos llevó a Brasov, otra ciudad parecida pero más grande. El centro histórico era enorme, bien restaurado y conservado. Mucho ambiente, terracitas, bares y plazas llenas de gente. Como dimos con un hotel bueno, cómodo, céntrico y barato decidimos quedarnos dos días. Subimos en teleférico a una colina cercana desde la que se divisaba la ciudad. También nos acercamos a una estación de esquí a 14 Km a respirar aire de montaña y disfrutar del paisaje.
Sighisoara

Picnic camino de Brasov

Castillo de Rupea

Plaza central de Brasov

Brasov al fondo

El “mamaliga” es un plato que en su parte de abajo tenía una crema a base de harina de maíz mezclada con queso. Encima viene una capa de queso fundido con trocitos de corteza de cerdo frita, muy crujientes. Plato contundente pero con un sabor estupendo.
Los “sarmales” son paquetitos de hoja de repollo rellenos de carne con verduras y queso. Fueron nuestra comida preferida cuando íbamos a restaurantes. Intentaremos copiarlos cuando estemos en Madrid.

Resumiendo, las recomendaciones de Rodica, todo un éxito.

sábado, 24 de agosto de 2013

RUMANIA, CASA DE ANA

Teníamos que atravesar toda Rumanía de sur a norte prácticamente en un día porque habíamos quedado con Ana, la joven que trabaja con Adelita, la madre de Alegría, el día 20 de Agosto a las 12 del mediodía. 700 Kms por carreteras convencionales llenas de camiones, atravesando pueblos, con obras, atascos y muchas paradas para gasolina, fotos, compra de la pegatina del peaje, compra de víveres, etc. El primer día después de un porrón de Kms hicimos noche en Cluj Napoca, la ciudad donde vive Rodica, la mujer que trabaja en nuestra casa, en un motel. Caímos en la cama rendidos. Al día siguiente tocaba madrugón porque faltaban unos 150 Kms hasta casa de Ana y queríamos ser puntuales. Lo conseguimos de milagro porque la carretera de montaña atravesaba poblaciones con tráfico colapsado, además te encontrabas con obras y muchas curvas. Llegamos a Repedea, así se llamaba la población de Ana, pero no teníamos la dirección. Sólo su nombre. Preguntando a varios lugareños dimos con otra Ana Smetanca a la que le plantamos dos besos en la seguridad de que era la madre de Ana. Cuando nos dijo que su hija trabajó en España cuidando a un joven nos dijimos: "ésta es la madre, sin duda", pero cuando añadió que su hija actualmente vivía en Francia nos dimos cuenta de que se trataba de otra persona. Mucha risa. Sin embargo ella misma nos indicó la casa de la auténtica Ana. Estaba a escasos 300 metros.  

Vista de Repedea desde la montaña
La casa de Ana, prácticamente acabada

Repedea es una población del norte de Rumanía, muy cerca de la frontera con Ucrania. Está situada en una zona de montaña de extraordinaria belleza. Son los Cárpatos. Es una área protegida, un privilegio vivir ahí. Ana es de ese pueblo, así como su familia. Conocimos a su madre, a su hija, a su marido, a dos hermanas a un cuñado y a un sobrino. Nos atendieron con una generosidad increíble. No nos dejaron dormir de camping en nuestra furgoneta, nos cedieron su cama en la casa nueva, nos invitaron a comer en restaurante tres veces, no nos dejaron pagar absolutamente nada. Además nos llevaron a varios lugares de la zona, incluido el mercado de los miércoles del pueblo de al lado. Bebimos leche de vaca pura, ordeñada por las hermanas y nos dieron huevos de sus gallinas. Tanto a Alegría como a Sofía y a mí nos encanta la vida rural. Haber tenido la oportunidad de conocerla de cerca en Rumanía ha sido un disfrute y un privilegio. Gracias Ana.
Una de las hermanas de Ana con su hijito

Otra hermana de Ana con Sofía. Repedea al fondo

La madre de Ana y su sobrino Sebastian

Sofía, Micaela (la hija de Ana) y Ana en el mercadillo


BULGARIA

De Turquía nos fuimos a Bulgaria, en concreto a Sinemorets, en el Mar Negro. Es una pequeña población con buena playa, algunos hoteles y turismo incipiente de locales. Muy pocos extranjeros, algún ruso, ucraniano o polaco.

Conocíamos el lugar del año pasado y repetimos el hotel porque tiene unos bungalows estupendos a muy buen precio. Allí montamos a caballo, nos bañamos, dimos paseos y disfrutamos la comida. Cenábamos todos los días en un restaurante que también conocíamos del año anterior. El joven simpático que lo regentaba había renovado la carta y esta temporada ofrecía una paella bastante decente -el dueño había visitado España- y pescados variados muy bien cocinados. Todo baratito, como a la mitad de precio que en España. 
De allí nos fuimos a la capital Sofía. Esta ciudad nos gustó. Tranquila, tráfico llevadero, hotelito bueno y barato, comida buena y barata, gente tranquila, buen tiempo...

Maraña de cables de tranvía. Sofia
Catedral de Alexander Nevski al fondo

Chupa Chups también en Bulgaria
Llevamos a Luisito al aeropuerto el 17 de Agosto y al día siguiente tiramos hacia el Norte a cruzar la frontera, el río Danubio, con Rumanía. Un ferry nos puso al otro lado, donde acampamos rodeados de rumanos domingueros con la música a todo trapo. Al anochecer se fueron todos pero vinieron los mosquitos que nos acribillaron. Felizmente al cabo del rato se calmaron. Esa noche estrenamos la parrilla, que venía dando la tabarra (ruido) desde Madrid. Nos compramos unos pinchitos de carne picada y aderezada que, una vez asadas nos supieron a gloria. La velada fue espectacular, con las luces del pueblecito de enfrente (de Bulgaria) reflejadas en el agua del Danubio, los ferries cruzando y las barcazas navegando, todo ello iluminado por una luna casi llena. Gran momento. (Mucha lírica, creo que me estoy haciendo mayor)


Sofía viendo el atraque del ferry. A este lado Bulgaria, Rumanía enfrente.

viernes, 23 de agosto de 2013

DE REGRESO A TURQUÍA

Pasamos unos días en la costa del Mar Negro de Georgia, en una población llamada Kobuleti. Lugar de vacaciones para los locales. Turismo extranjero, cero. No pudimos disfrutar de la playa por el tiempo. Llovió de lo lindo. Desde ahí hicimos excursiones a Batumi, interesante ciudad con edificios clásicos y mucha mezcla de gente. Por estar cerca de la frontera con Turquía había bastantes musulmanes. Mucho bullicio y abundancia de casinos. Parece que las autoridades de allí quieren convertir Batumi en una ciudad del estilo a Atlantic City o Macao, el caso es que hay unos cuantos edificios modernos que no merecen más que la demolición. Fachadas acristaladas con adornos dorados, torres horrorosas que desentonan con el resto de la ciudad, edificios de arquitectura moderna junto a antiguos edificios clásicos del siglo 19,…lo de siempre.
Cruzamos la frontera hacia Turquía en un día caluroso con unas colas horrorosas y con los georgianos colándose por todos lados. Educación cero. Todavía lo de formar colas y respetar el orden no ha llegado hasta aquí. Yo pienso: ¿Cómo es posible que un país salga del subdesarrollo si ni siquiera sus gentes saben hacer cola?
Trabzon (Trapisonda) nos encantó. Ciudad costera con mucho ambiente. Nos gustó volver a Turquía con sus mercados, sus comidas, sus multitudes y con los turcos, amables, serviciales y generosos. Coincidimos con la fiesta del fin del Ramadán. Fue un espectáculo ver cómo la gente esperaba en las terrazas de los restaurantes la llamada del muecín de la caída de la tarde indicando el fin del ayuno. Al finalizar el rezo que se oía a través de los altavoces de las mezquitas el público se lanzó a comer con ganas, las ganas que dan más de 12 horas sin probar bocado. Fue curioso.

Coreana simpática que conocimos en Trabzon. Intercambiamos direcciones
De camino a Estambul paramos en Sofronbulu, antiguo pueblo medieval que recibe su nombre del azafrán (Sofron), producto a cuyo cultivo se dedicaba hace muchos años. Las casas eran de madera y adobe con las vigas a la vista. Es conjunto era espectacular, no en vano es Patrimonio de la Humanidad (UNESCO).

Recogimos a Sofía en Estambul y al día siguiente entramos en Bulgaria, a pasar unos días en la playa.

Este paisano lo conocimos en un transbordador de Estambul . Marino retirado, nos contó mil historias

DE NUEVO EN GEORGIA

Machotes barrigudos

La vuelta a Georgia nos ha servido para analizar un poco más en profundidad el alma y el carácter de los georgianos. Hay varias características que nos han llamado la atención pero el aspecto de los varones es algo digno de comentario. El hombre tipo del país es gordo, barrigudo, con cabeza redondeada, calvo y con el pelo cortado al uno. Por tanto se puede decir que el georgiano es redondo. Además destaca una pose graciosa. Es frecuente ver a uno de estos ejemplares sentado a la sombra en Tiflis (Chiflis para nosotros) con aspecto de estar acalorado y sin energías (hace calor en Agosto) y con la camiseta levantada a la altura del vientre de manera que queda en exposición el inmenso bombo, tripa o bandullo. El cuadro es espectacular: un gordo barrigudo enseñando los michelines. Si le preguntas a uno de ellos cómo se va a tal sitio te responde sin levantar las cejas con un gesto de la mano indicando la dirección, e inmediatamente vuelve a su posición de letargo. Nos hemos estado riendo de esta pose exhibicionista de los locales machos durante semanas pero al final, tras mucho cavilar hemos hecho el experimento de descubrirnos la barriga cuando hace calor y resulta que se siente un fresquito más que agradable. Haced la prueba y veréis. Es ciertamente refrescante, pero a lo mejor os quedáis sin amigos porque el aspecto es deleznable.

Buen ejemplar de barrigudo con "bandullo" al aire

Qué mal conducen

Circulamos en caravana. La carretera es de un carril por sentido, con curvas sin visibilidad. No hay arcén. En su lugar una fila de árboles con troncos de más de un metro de diámetro. Delante tenemos un camión. Delante de éste otro y delante otro. El conductor del turismo que viene detrás se ha cansado de circular así y decide adelantar. Insisto, línea contínua, curva, cambio de rasante, visibilidad nula. No hay problema, el muchacho se lanza, nosotros nos hacemos cruces, a los pocos metros aparece de frente un camión inmenso y apartándose unos y otros cada uno para su lado, el descerebrado  consigue salvar la vida. Los conductores que se acaban de jugar el pellejo por no chocarse con el kamikaze ni tocan el pito. Escenitas como esta no son infrecuentes. A veces está la Policía mirando SIN HACER NADA. Conductores así, en España van a prisión y eso que nuestro país tampoco es modelo en cuestiones de conducción. Ah, si se te ocurre tocar el claxon en señal de protesta se te encaran, así que calladito y a aguantar a este ejército de kamikazes. Jamás he visto gente conducir así.

Parachoques


En Georgia hay muchos coches sin parachoques ¿La razón? Un misterio. Es caso es que se ven automóviles sin el delantero o el trasero o sin los dos. También abundan los coches con el parabrisas estallado. ¿La razón? Un misterio. Suponemos que cuando reciben un “chinazo” no se molestan en repararlo y circulan así hasta el final de los días. Luisito y Yo nos íbamos fijando y nos reíamos cuando veíamos algún turismo con alguno de estos defectos. Los que iban sin un parachoques los llamábamos “un tercio”, los que carecían de los dos eran “un dos tercios” y los que no tenían ninguno y, además, tenían la luna cascada eran los “tres tercios” o “completos”. Una risa.

sábado, 17 de agosto de 2013

MONTE ARAGATS

Nuestro itinerario debía llevarnos ahora hacia el norte de nuevo, hacia Georgia, porque no podíamos volver a Turquía directamente. Recordad que las fronteras entre ambos países están cerradas. Decidimos hacer una acampada en el monte más alto de Armenia, el Aragats (no Ararat), de 4080m de altura. Montamos el campamento junto a una estación meteorológica a 3200m de altitud en un día soleado y cálido que se tornó frío a tope cuando el sol cayó. Cenita de albóndigas de lata que nos supieron a gloria. Cielo estrellado como se ve pocas veces, aire limpio, puro y frío. Vista impresionante, sin contaminación lumínica. Era una sensación especial. Soledad, silencio y aire de montaña. Increíble. Tras vernos un capítulo de la serie “Vikingos” Ale y Yo nos metimos en la cama con la calefacción estática conectada hasta que entramos en calor. Luisito en su tienda con el saco y varias prendas encima para abrigarse. Por la mañana yo tenía un poco de dolor de cabeza debido a la altura, supongo. También a la furgo le sentaba mal la altura porque funcionaba a tirones y echaba mucho humo. Males que desaparecieron al descender. La tarde-noche que pasamos en el monte Aragat resultó ser una de las más bonitas del viaje.

Al día siguiente nos tocaba circular por montañas hasta la frontera con Georgia. Después la carretera transcurría por un valle siguiendo un río. Recorrido entretenido y de conducción placentera ya que el tráfico era muy escaso. El aduanero del puesto fronterizo georgiano intentó timarnos unos euros. Nos dijo que teníamos que pagar 10€ por el papeleo pero luego otro funcionario de otro departamento, creo que de inmigración, (no llevaba uniforme) nos dijo que el precio era la mitad, con lo cual le soltamos al de Aduanas los 5€ de rigor y no dijo ni pío.

A este paisano le preguntamos cómo se salía de la ciudad. Se subió a la furgoneta y nos guió durante unos 10 minutos


Gastamos el resto de dinero de Armenia antes de la frontera. Compramos chucherías de todo tipo