La última noche la pasamos cerca de Trieste, junto a la
frontera de Italia con Eslovenia. Se nos complicó lo de conseguir un camping y
al final dormimos en un pueblecito de la zona. Era un descampado donde había un
par de camiones aparcados. Nos pusimos detrás de ellos, escondidos y dormimos
estupendamente. No nos molestó nadie.
La salida de Venecia daba lugar a la jornada más larga de
todo el viaje. 700 Kms atravesando Eslovenia, Croacia y parte de Serbia. Pernoctamos en
un camping muy agradable a las afueras de Belgrado a orillas del Danubio. Por
la mañana, una vuelta rápida por el centro de la ciudad y carretera. Objetivo:
llegar a Sofia, capital de Bulgaria. Todo autovía menos unos 80 Kms al final que
transcurrían por un valle muy cerrado con cañón, río y vía de tren. Después de
tanta autopista se agradece la conducción por este tipo de vías.
Comimos en un restaurante de camioneros turcos. Ale y yo
pedimos Kebab. Luisito alitas de pollo y le tardaron media hora en servir. Le
está bien empleado por pedir chorradas occidentales en un bar de camioneros
turcos. Eso sí, él acabó de comer antes que yo.
La llegada al hotel que teníamos reservado y pagado en Sofia
fue un poco caótica. Lloviendo a cántaros, hostal en un tercer piso cuyo
portero automático no funcionaba y furgoneta aparcada en zona de carga y
descarga. Cincuenta mil cosas que trasladar de la furgo al alojamiento, relío
de llaves, de paraguas, de zapatos que se llenan de agua por el río que circula
por la calle y malhumor generalizado.
Una llamada telefónica solucionó la situación. Al parecer el muchacho que
estaba de guardia en la recepción se había dormido –esto era a las 4 de la
tarde-.
El hotelito estaba muy bien. Era un pisazo de lujo de la era
pre-soviet con habitaciones grandes, suelo de tarima y bien mantenido.
Fortaleza/Museo militar, Belgrado |
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