Desde Tbilisi nos fuimos hacia el Este a hacer la ruta de
los vinos. Gran parte de la región se dedica al cultivo de viñedos y hay
bastantes bodegas. A nosotros no nos interesaba el vino sino un parque nacional
que hay cerca: el Parque Lagodekhi, en el Cáucaso, con el oso pardo como
estrella. Luego veríamos que lo de ver osos pardos es una quimera, porque están
muy arriba en las montañas, en zonas inaccesibles; pero además ahora en verano,
con la llegada de los turistas y domingueros locales –que son muchos- los
animales se alejan aún más.
Acampamos en el propio parque e hicimos una excursión de un
día hasta una cascada. Nos juntamos con una pareja, él suizo, ella francesa, y
caminamos juntos. La ruta consistía en seguir el curso de un río que había que
cruzar varias veces por unos puentes hechos con dos troncos de árbol y una
barandilla. Todo artesanal. La verdad es que daba miedo caerse, sobre todo
porque estaba resbaladizo. La cascada era fantástica, calculo que al menos 50
metros de caída. Nos comimos unos bocadillos junto al río seguidos de
siestecita sentados-tumbados en unas piedras que nos dejaron la columna
vertebral deformada para el resto de nuestras vidas. Nuestros amigos Camille y
Dominik nos invitaron a cenar en la casa de huéspedes donde se alojaban. Habían
comentado que la comida allí era muy buena, que la hacía la señora de la casa.
Platos típicos de Georgia. La base, siempre carne, pero además pusieron
ensaladas de judías verdes, de berenjena, arroz, y unos rollitos con un relleno
de carne, excelentes. Todo ello regado con el vino que se elaboraba en la casa a
base de las uvas de las parras que tenían en el patio. Buena cena, conversación
amena. Un placer haber coincidido con ellos.
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Luisito en la cascada |
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Agua fría fria |
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Cruzando el río |
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Camille, Dominik y nosotros |
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Moto rusa de los años 50 |
Al día siguiente nos fuimos al norte de Tbilisi, a recorrer
una carretera militar que une este país con Rusia. Para llegar hasta ella
tuvimos que recorrer unos 50 kilómetros de pista (carretera no asfaltada) No
estuvo mal.
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Carretera no asfaltada |
Pudimos comprobar que la furgoneta funciona muy bien por este tipo
de caminos aunque tuvimos un incidente mecánico. La protección que puse debajo
del depósito de gasoil se había soltado. Al parecer una piedra del camino había
impactado en la protección. En diez minutos conseguimos colocarla en su sitio.
Todo en orden de nuevo.
La carretera militar es espectacular. También recorre el
curso de un río que nace en el Cáucaso y, siempre ascendiendo, llegamos a una
estación de esquí situada a 2.000m de
altura tras haber pasado por paisajes espectaculares, lagos incluidos. Acampada
libre con lluvia toda la noche. El pobre Luisito sufrió ligera inundación en la
tienda de campaña. Se le mojó un poco el colchón y el saco de dormir.
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Subiendo a 2000 metros |
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Embalse entre montañas |
Después del desayuno, carretera hacia el Sur, hacia Armenia.
Pensábamos llegar en un día pero al final fueron dos. Son sólo 350Km, pero con
nuestro ritmo tropical, parando en los monumentos, en los supermercados,
paraditas para almorzar, gasolina, la frontera, etc, tuvimos que hacer noche en
un pueblo armenio llamado Alaverdi, a 150 km del destino. Este sitio es muy
curioso porque tiene una mina o una industria de ese tipo, que parece
abandonada desde los tiempos del socialismo. Las casas son cutres a más no
poder, la gente con pinta de pobre, los coches, chatarra pura. Resulta que la
fábrica está en funcionamiento, y la gente no debe ser tan pobre porque visto
el nivel de vida de la capital, se deduce que la renta de la gente debe ser
aceptable. Hicimos noche en un hotel local cuyo edificio estaba cochambroso,
sin mantenimiento, parecía de la época anterior; eso sí las sábanas impecables.
La encargada se presentó con un “buenas tardes soy fulanita, la manager del
hotel ¿En qué puedo servirles?” El tono pretencioso quedó a la altura del betún
cuando la vimos lavando los baños. Parecía una sargenta rusa de la KGB sacada
de la más oscura novela de espionaje de la guerra fría.
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Fábrica o mina |
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Después de la colada... |
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¿Y éste qué vende?¿Sandías? |
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Funicular de Alaverdi |
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Colmenar |
La llegada a la capital fue complicada. Nos paró la policía
para pedirnos el seguro. Creíamos tenerlo pero no era así. Lo que nos vendieron
en la frontera no era el seguro sino un permiso de circulación o algo así
(estaba escrito en caracteres armenios). Tras amenazarnos con un multazo –al
final no hubo multa- nos señalaron un quiosco donde podríamos comprar el
dichoso seguro. Allí se nos acercó un señor y nos dijo: “Seguidme” e iniciamos
una travesía de la ciudad que acabó en una oficina de una aseguradora. El por
qué a 10 metros del lugar donde nos paró la policía había un agente de seguros
continúa siendo un misterio. ¿Acaso hay un vendedor de seguros en cada esquina
de la ciudad? En la oficina nos atendió una joven que hablaba español. Lo había
estudiado en la universidad de Erevan. La búsqueda de hotel –no hay camping-
fue horrorosa. Nos dieron una dirección errónea de un hostal y nos tiramos más
de una hora dando vueltas en una ciudad plagada de patrullas de policía muy muy
activas. Conducir por Ereván es realmente estresante. Al final dimos con el
hostal que es un albergue juvenil en el que abundan las personas maduras.
Dormimos en habitación a compartir, con literas, pero por suerte el cuarto fue
para nosotros solos.
Nos ha llamado la atención es nivel de esta ciudad.
Edificios bien mantenidos, calles bien asfaltadas y señalizadas, buenos
coches…gran contraste con lo que vimos en Alaverdi. Hoy seguiremos explorando.
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En Ereván |
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